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Cien años de la ley seca

La Prohibición se resiste a morir en EEUU.



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Por Sébastien DUVAL

AFP.- La entrada en vigor, el 17 de enero de 1920, de la 18ª enmienda de la Constitución de Estados Unidos, sumergió al país en la Prohibición, una década y tanto de ley seca famosa por sus contrabandistas, mafiosos y bares escondidos.

Un siglo después, el país sigue sin cerrar completamente ese estridente capítulo de su historia.

En su época, dos grandes búhos adornaban el bar del lujoso hotel Belvedere en Baltimore. Sin que nadie dijera nada, los clientes del hotel observaban de cerca al par de aves.

Si los búhos pestañeaban, la fiesta podía comenzar: era una señal de que el bar acababa de recibir un nuevo lote de licor ilegal, no había policías cerca y los clientes sedientos podían tomar un trago.

La Prohibición dejó tras de sí un sinfín de historias y lugares como éste. Idealizada por Hollywood -"Los Intocables", "Camino a la Perdición", y otros filmes de gánsters-, y la literatura, marcó profundamente la psiquis de los estadounidenses.

Hoy en día, algunas ciudades de Estados Unidos viven un resurgir de fiestas temáticas de los "Locos Años Veinte" o de bares inspirados en los llamados "speakeasies", esos establecimientos clandestinos donde antaño los clientes podían beber aguardientes y cervezas de contrabando lejos de los ojos de la ley.

- "Noble experimento" -

"Hay una nostalgia por los años 1920. Por su mitología", confirma el historiador Michael Walsh, sentado en el "Owl Bar" del hotel Belvedere, que aún exhibe uno de los famosos búhos.

La Prohibición fue, según Walsh, el fruto de una convergencia de luchas que tocaban -más allá del alcoholismo endémico de la época- todos los aspectos de la sociedad estadounidense: "religión, política, género, etnicidad, raza", dijo.

"Ante el número considerable de violencia conyugal, las mujeres formaron movimientos, incluyendo La Unión cristiana de mujeres de la abstinencia, que lideraron esta lucha contra el consumo del alcohol", explicó.

El "noble experimento", como lo llamó el presidente Herbert Hoover, acabó en 1933 cuando llegó al poder Franklin D. Roosevelt en un país fuertemente golpeado por la Gran Depresión.

La prohibición de la producción, venta y transporte de alcohol dio pie a un mercado negro explotado por el crimen organizado, que se expandió por todo el país a la sombra de figuras que desde entonces son inmortales, como Al Capone.

La 18ª Enmienda es la única en la historia de Estados Unidos en haber sido abolida.

Pero para Walsh, que escribió un libro sobre el tema, la Prohibición no fue del todo un fracaso.

"Es más ambiguo que decir que todo es blanco o negro", dijo, apuntando a un declive en las tasas de divorcios, los casos de cirrosis y las admisiones en los hospitales psiquiátricos.

- ¡Phil Collins, presidente! -

La regulación del alcohol fue encargada finalmente a los estados, que en muchos casos a su vez pasaron el establecimiento de las reglas a las municipalidades. El resultado fue un enjambre de leyes que varían a veces de condado a condado, y de pueblo a pueblo.

Actualmente, hay cientos de "condados secos" y "ciudades secas" a lo largo de Estados Unidos, principalmente en los estados religiosos del "Bible Belt" como Kentucky y Arkansas. En ellos, la venta de alcohol está prohibida o restringida.

Ese es el caso incluso del condado de Moore County, Tennessee, hogar de la destilería del whiskey Jack Daniels.

Otro rezago de esa era, menos conocido: el Partido Prohibicionista.

Fundado en 1869, el tercer partido político más antiguo del país, que tiene un camello como emblema, presentará, como cada cuatro años, un candidato a las elecciones presidenciales de noviembre.

"Tras la abolición de la Prohibición, muchas personas se adherían aún a los principios del partido de recordar a la gente los efectos dañinos que el alcohol puede tener, en términos de enfermedades o accidentes viales", dijo el candidato presidencial del partido, Phil Collins.

Collins espera obtener un mejor resultado que los 5.000 votos que su antecesor ganó en 2016, muy lejos de Donald Trump.

El presidente, cuyo hermano mayor Fred murió de alcoholismo, dice que nunca bebe alcohol, pero no ha prometido -todavía- restablecer la Prohibición en Estados Unidos.

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