OPINIÓN de Salvador González Briceño A los manifestantes del 15 de octubre, por el derecho a la indignación con un grito de libertad. Frente a la crisis económica actual que padece el viejo sistema capitalista, financiero, usurero y globalizador europeo [1] —comenzó a tronar por lo más débil: Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia, ¡por ahora!—, se carece de más opciones para salir avante que las ya tradicionales medidas restrictivas, abiertamente atentatorias de los niveles de bienestar de una sociedad, que no la debe pero sí la paga. Es porque los gobiernos no le responden a la población como a los banqueros y a los especuladores por igual, cuando como en estos casos la población toma las calles en señal de protesta. Es porque los gobiernos desatan una serie de medidas para tonificar las finanzas, para rescatar a los bancos y por consiguiente, para sostener los niveles de paridad monetarios —en este caso el euro—, para soportar el peso del endeudamiento del Estado, etcétera,