EFE
Carlota Ciudad / Madrid (EFE).- El debate sobre el uso y reciclado de plástico o vidrio tiene tantos enfoques como materiales emplea la industria; el experto inglés Mark Miodownik considera que todos son igual de nocivos y la clave está en cambiar la forma de reciclarlos, una transformación que reorganizará la industria mundial.
En una entrevista con Efe, el científico explica que hace falta un cambio de paradigma -“totalmente realizable”- en la producción industrial para no dejar de utilizar el plástico, un “increíble material demasiado valioso como para tirarlo”.
El lector encontrará referencias a sustancias tan variadas como petróleo, biocombustibles, aceite, agua, café, sangre, gomina de pelo, jabón, mostaza, pinturas o incluso las que componen las nubes.
Publicado inicialmente en inglés en 2018, también hace referencia a cómo el cambio climático afectará a los hielos del planeta y cómo vivirá la humanidad el crecimiento del nivel de mares y océanos.
A su juicio, el efecto que tenga el cambio climático en el agua del mundo es “la mayor amenaza a los humanos este siglo” y una de las razones por las que escribió este libro.
“El nivel del mar aumentará y obligará a desplazarse a millones, y entonces se convertirán en inmigrantes que necesitarán ser acogidos en otros países, pero ¿tenemos la generosidad y la voluntad política para hacerlo?”, se pregunta Miodownik.
También habla sobre cómo habrá más sequías en ciertas regiones, lo que creará desiertos, pero en otros puntos del planeta las tormentas e inundaciones serán más potentes y habituales, lo que generará la propagación de enfermedades y dificultades económicas.
“La cuestión no es si esto va a pasar, es sobre en qué momento va a pasar y si los países se apoyarán entre ellos para compartir recursos”, afirma.
Miodownik, que también es autor del libro “Cosas (y) materiales” -con el que ganó el premio Royal Society Winton en 2014-, publica este último volumen con el objetivo de dar a conocer más aspectos de la ciencia, que “es tan parte de nuestra cultura como lo son la música y el baile”.
“La importancia de la ‘ciencia popular’ es permitir y animar a los lectores a tomar parte en la ciencia y la ingeniería, de bailar intelectualmente con ideas y productos. y sí, inspirarse para inventar nuevas cosas”, defiende.
Al ser preguntado por materiales que tienen posibilidades de ser explotados en el futuro, nombra la pintura termocrómica, que cambia de color según la temperatura a la que esté expuesta.
“Puede ser aplicada en los tejados para que se vuelva clara en verano y oscura en invierno. Si se vuelve blanca en verano enfría los edificios, reduciendo la necesidad de aire acondicionado. En invierno el negro absorbe el calor y reduce la necesidad de calefacción. Magia”, concluye. EFE
cch/lc/eaf
En una entrevista con Efe, el científico explica que hace falta un cambio de paradigma -“totalmente realizable”- en la producción industrial para no dejar de utilizar el plástico, un “increíble material demasiado valioso como para tirarlo”.
“Tendremos que rediseñar todo lo que usa plástico, desde las deportivas hasta la ropa, desde teléfonos al empaquetado de alimentación.Todo esto tendrá que ser reciclado, así que veremos un aumento no en la manufactura, sino en la ‘desmanufactura’, en el desmonte y recuperación de los plásticos valiosos”, plantea Miodownik, catedrático en el University College de Londres. Este científico, especializado en materiales, denuncia que hay una falta de compromiso tanto de la gente como de los “sistemas económicos” a la hora de recolectar los plásticos para su reutilización, un hecho al que suma que se siguen fabricando nuevos productos porque es más barato producir plásticos vírgenes del petróleo que reciclar los que ya hay.
“Necesitamos incentivos para que la gente y las compañías hagan lo correcto. Necesitamos un sistema de reciclaje que esté en todas partes y sea efectivo”, sentencia Miodownik.El investigador ha presentado este enero en España su libro “Líquidos. Sustancias deliciosas y peligrosas que fluyen por nuestras vidas” (Editorial Crítica), en el que profundiza en las características y anécdotas sobre los líquidos a los que se ve expuesto en un viaje en avión desde Londres a San Francisco.
El lector encontrará referencias a sustancias tan variadas como petróleo, biocombustibles, aceite, agua, café, sangre, gomina de pelo, jabón, mostaza, pinturas o incluso las que componen las nubes.
Publicado inicialmente en inglés en 2018, también hace referencia a cómo el cambio climático afectará a los hielos del planeta y cómo vivirá la humanidad el crecimiento del nivel de mares y océanos.
A su juicio, el efecto que tenga el cambio climático en el agua del mundo es “la mayor amenaza a los humanos este siglo” y una de las razones por las que escribió este libro.
“El nivel del mar aumentará y obligará a desplazarse a millones, y entonces se convertirán en inmigrantes que necesitarán ser acogidos en otros países, pero ¿tenemos la generosidad y la voluntad política para hacerlo?”, se pregunta Miodownik.
También habla sobre cómo habrá más sequías en ciertas regiones, lo que creará desiertos, pero en otros puntos del planeta las tormentas e inundaciones serán más potentes y habituales, lo que generará la propagación de enfermedades y dificultades económicas.
“La cuestión no es si esto va a pasar, es sobre en qué momento va a pasar y si los países se apoyarán entre ellos para compartir recursos”, afirma.
Miodownik, que también es autor del libro “Cosas (y) materiales” -con el que ganó el premio Royal Society Winton en 2014-, publica este último volumen con el objetivo de dar a conocer más aspectos de la ciencia, que “es tan parte de nuestra cultura como lo son la música y el baile”.
“La importancia de la ‘ciencia popular’ es permitir y animar a los lectores a tomar parte en la ciencia y la ingeniería, de bailar intelectualmente con ideas y productos. y sí, inspirarse para inventar nuevas cosas”, defiende.
Al ser preguntado por materiales que tienen posibilidades de ser explotados en el futuro, nombra la pintura termocrómica, que cambia de color según la temperatura a la que esté expuesta.
“Puede ser aplicada en los tejados para que se vuelva clara en verano y oscura en invierno. Si se vuelve blanca en verano enfría los edificios, reduciendo la necesidad de aire acondicionado. En invierno el negro absorbe el calor y reduce la necesidad de calefacción. Magia”, concluye. EFE
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Secciones: Desarrollo Sostenible Residuos