Las profundidades de los océanos se están calentando a un ritmo más lento que la superficie. Sin embargo, las criaturas que habitan estas capas también están expuestas al cambio climático y tendrán dificultades para conservar sus hábitats en el futuro.
Esta es la principal conclusión de un estudio internacional publicado este lunes en la revista Nature Climate Change y dirigido por la Universidad de Queensland (Australia), que ha contado con la participación de la Universidad de Hokkaido (Japón).
De esta forma, el equipo de científicos calculó la velocidad climática en todo el océano durante los últimos 50 años, mientras que para la obtención de resultados del resto del presente siglo utilizaron datos de once modelos climáticos.
Según este estudio, en la capa mesopelágica del océano (200-1000 metros), donde existe una gran abundancia de peces pequeños que sirven de alimento para animales más grandes, las velocidades climáticas se aceleraron hasta 11 veces la tasa actual.
Debido al tamaño del océano, el calentamiento ya absorbido en la superficie se mezclará con aguas más profundas, lo que significa que la vida marina se enfrentará a crecientes amenazas por el calentamiento hasta finales de siglo.
El investigador Anthony Richardson, de la misma universidad, opina que reducir las emisiones de carbono “es vital para controlar el calentamiento y ayudar a controlar las velocidades climáticas en las capas superficiales del océano para 2100”.
En esa línea, el ecólogo climático de la Universidad de Hokkaido, Jorge García Molinos, quien ha participado en la investigación, recomienda “seguir un enfoque de precaución que limite los efectos negativos de otras actividades humanas como la minería y la pesca en las profundidades”.
EFEverde
Velocidad climática
Para llegar a sus conclusiones, los investigadores utilizaron una métrica conocida como “velocidad climática” que define la probable velocidad y dirección en que una especie cambia a medida que el océano se calienta, explica Isaac Brito Morales, uno de sus autores, en un comunicado de la Universidad de Queensland.De esta forma, el equipo de científicos calculó la velocidad climática en todo el océano durante los últimos 50 años, mientras que para la obtención de resultados del resto del presente siglo utilizaron datos de once modelos climáticos.
“Esto nos permitió comparar la velocidad climática en cuatro zonas de profundidad del océano, evaluando en qué zonas la biodiversidad podría cambiar más su distribución como respuesta al cambio climático“, detalla Brito Morales.Los investigadores descubrieron que la velocidad del clima es actualmente el doble de rápida en la superficie debido al mayor calentamiento de la misma; como resultado, las especies que viven a mayor profundidad tienen menos probabilidades de estar en riesgo por el cambio climático que las que viven en la superficie.
Escenario futuro altas emisiones
“Sin embargo, para finales de siglo, suponiendo que tengamos un futuro de altas emisiones, no solo habrá un calentamiento mucho mayor en la superficie, sino que este calor penetrará más profundamente”, explica Brito Morales.Según este estudio, en la capa mesopelágica del océano (200-1000 metros), donde existe una gran abundancia de peces pequeños que sirven de alimento para animales más grandes, las velocidades climáticas se aceleraron hasta 11 veces la tasa actual.
Debido al tamaño del océano, el calentamiento ya absorbido en la superficie se mezclará con aguas más profundas, lo que significa que la vida marina se enfrentará a crecientes amenazas por el calentamiento hasta finales de siglo.
El investigador Anthony Richardson, de la misma universidad, opina que reducir las emisiones de carbono “es vital para controlar el calentamiento y ayudar a controlar las velocidades climáticas en las capas superficiales del océano para 2100”.
En esa línea, el ecólogo climático de la Universidad de Hokkaido, Jorge García Molinos, quien ha participado en la investigación, recomienda “seguir un enfoque de precaución que limite los efectos negativos de otras actividades humanas como la minería y la pesca en las profundidades”.
EFEverde