La pérdida de hábitat, el veneno, la caza ilegal, los tendidos eléctricos y parques eólicos, además del cambio climático, son las principales amenazas.
El día 9 de mayo se conmemora en todo el mundo el Día Mundial de las aves migratorias y queremos llamar la atención sobre sus principales amenazas a través de tres especies emblemática. La cerceta pardilla, el alcaudón chico o el alimoche son claros ejemplos de especies cuya existencia se ve amenazada por la pérdida de hábitat o el uso ilegal del veneno.
En las últimas décadas se ha registrado un declive generalizado en numerosas especies de aves migratorias. Esta situación se atribuye al impacto provocado por las actividades humanas, como la pérdida de hábitat, que está afectando a especies como la cerceta pardilla, al verse mermados en un 60% los humedales durante el siglo XX, y al alcaudón chico, una pequeña ave que también ha sido testigo de la destrucción de su hábitat por la intensificación agraria. En ambos casos, la consecuencia ha sido la declaración por parte del MITECO de las especies en “situación crítica” al estar en serio riesgo de desaparición. En cuanto al veneno, el alimoche es una de las especies que se enfrenta a este peligro en cada viaje migratorio que le lleva a recorrer más de 3.000 km. Gracias a los esfuerzos de conservación y a la intensa lucha contra el veneno por parte de WWF y otras organizaciones y administraciones, la especie parece haber frenado la fuerte caída poblacional que sufrió entre 1990 y 2000 y está catalogada como “vulnerable”. Sin embargo, en otros países existe una fuerte regresión de sus poblaciones, lo que ha llevado a su catalogación por la UICN como especie “en peligro” en la Lista Roja Mundial (2015).
Además de estas graves amenazas, destacamos el efecto de la caza ilegal, el impacto de los tendidos eléctricos y los parques eólicos, así como el grave problema del cambio climático que traspasa fronteras para afectar a todas las especies e intensificando el resto de amenazas.
Estamos trabajando por mejorar la situación de las especies migratorias y poner fin a estos graves problemas. Por ejemplo, con el objetivo de acabar con el veneno, la organización pide a las administraciones públicas que intensifiquen la lucha contra este crimen ambiental, reforzando los medios para la detección, como patrullas caninas, y la persecución del delito e incrementando las sanciones.
Por su parte, la mejora de los hábitats terrestres y acuáticos se consigue, en parte, por el trabajo desarrollado sobre el terreno. En este sentido, destacamos el proyecto “Misión Posible: Desafío Guadalquivir” para recuperar, con la colaboración de la Fundación Coca-Cola, una de las marismas emblemáticas de este río en Trebujena (Cádiz), donde ya hay varios ejemplares de cerceta pardilla que crían en el humedal. También hay que destacar las actividades lideradas en Cataluña por la ONG Trenca para fomentar un modelo de agricultura sostenible y beneficioso para la biodiversidad en las últimas áreas de cría del alcaudón chico en España.
Según Gema Rodríguez, responsable del programa de especies de WWF España: “La conservación de las aves migratorias representa un reto complejo debido a las peculiaridades de su vida itinerante. Además de atajar las principales amenazas, se necesitan acuerdos internacionales que sustenten la protección de este grupo”. Y añade: “El desarrollo de energías renovables en España está siendo y será un gran reto para la conservación de las aves migratorias, por lo que es imprescindible que se establezca una zonificación estratégica con espacios de exclusión en las áreas de afección a estas y otras especies de aves amenazadas”.
Cerceta pardilla: abundante en nuestros humedales hasta la mitad del siglo XX, hoy es la anátida más amenazada en Europa. Se trata de una especie parcialmente migratoria, ya que parte de la población ibérica se desplaza en invierno a los humedales del Magreb (Marruecos).
El día 9 de mayo se conmemora en todo el mundo el Día Mundial de las aves migratorias y queremos llamar la atención sobre sus principales amenazas a través de tres especies emblemática. La cerceta pardilla, el alcaudón chico o el alimoche son claros ejemplos de especies cuya existencia se ve amenazada por la pérdida de hábitat o el uso ilegal del veneno.
En las últimas décadas se ha registrado un declive generalizado en numerosas especies de aves migratorias. Esta situación se atribuye al impacto provocado por las actividades humanas, como la pérdida de hábitat, que está afectando a especies como la cerceta pardilla, al verse mermados en un 60% los humedales durante el siglo XX, y al alcaudón chico, una pequeña ave que también ha sido testigo de la destrucción de su hábitat por la intensificación agraria. En ambos casos, la consecuencia ha sido la declaración por parte del MITECO de las especies en “situación crítica” al estar en serio riesgo de desaparición. En cuanto al veneno, el alimoche es una de las especies que se enfrenta a este peligro en cada viaje migratorio que le lleva a recorrer más de 3.000 km. Gracias a los esfuerzos de conservación y a la intensa lucha contra el veneno por parte de WWF y otras organizaciones y administraciones, la especie parece haber frenado la fuerte caída poblacional que sufrió entre 1990 y 2000 y está catalogada como “vulnerable”. Sin embargo, en otros países existe una fuerte regresión de sus poblaciones, lo que ha llevado a su catalogación por la UICN como especie “en peligro” en la Lista Roja Mundial (2015).
Además de estas graves amenazas, destacamos el efecto de la caza ilegal, el impacto de los tendidos eléctricos y los parques eólicos, así como el grave problema del cambio climático que traspasa fronteras para afectar a todas las especies e intensificando el resto de amenazas.
Estamos trabajando por mejorar la situación de las especies migratorias y poner fin a estos graves problemas. Por ejemplo, con el objetivo de acabar con el veneno, la organización pide a las administraciones públicas que intensifiquen la lucha contra este crimen ambiental, reforzando los medios para la detección, como patrullas caninas, y la persecución del delito e incrementando las sanciones.
Por su parte, la mejora de los hábitats terrestres y acuáticos se consigue, en parte, por el trabajo desarrollado sobre el terreno. En este sentido, destacamos el proyecto “Misión Posible: Desafío Guadalquivir” para recuperar, con la colaboración de la Fundación Coca-Cola, una de las marismas emblemáticas de este río en Trebujena (Cádiz), donde ya hay varios ejemplares de cerceta pardilla que crían en el humedal. También hay que destacar las actividades lideradas en Cataluña por la ONG Trenca para fomentar un modelo de agricultura sostenible y beneficioso para la biodiversidad en las últimas áreas de cría del alcaudón chico en España.
Según Gema Rodríguez, responsable del programa de especies de WWF España: “La conservación de las aves migratorias representa un reto complejo debido a las peculiaridades de su vida itinerante. Además de atajar las principales amenazas, se necesitan acuerdos internacionales que sustenten la protección de este grupo”. Y añade: “El desarrollo de energías renovables en España está siendo y será un gran reto para la conservación de las aves migratorias, por lo que es imprescindible que se establezca una zonificación estratégica con espacios de exclusión en las áreas de afección a estas y otras especies de aves amenazadas”.
Cerceta pardilla: abundante en nuestros humedales hasta la mitad del siglo XX, hoy es la anátida más amenazada en Europa. Se trata de una especie parcialmente migratoria, ya que parte de la población ibérica se desplaza en invierno a los humedales del Magreb (Marruecos).
- Alcaudón chico: los alcaudones chicos ibéricos realizan una de las migraciones más asombrosas de nuestra fauna. Pasan el invierno en el sur de África pero, en vez de volver atravesar el Estrecho, cruzan el Mediterráneo por Oriente Próximo en un viaje de más de 10.000 kilómetros.
- Alimoche: pequeño buitre de color blanco que tiene un papel esencial en el ecosistema como sanitario del campo ya que se alimenta de pequeñas carroñas. Realiza un viaje migratorio de más de 3.000 km.
Restauramos el hábitat de la cerceta pardilla