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"Una enorme bola de fuego bajó volando por la colina sobre la casa"



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"Una enorme bola de fuego bajó volando por la colina sobre la casa", recuerda la jubilada británica Julie Jennings, rememorando el horror que vivió cuando un incendio forestal convirtió su pueblo portugués en un infierno. "Fue terrible, nunca olvidaré ese sonido".

La mujer de 62 años agarró su burro y huyó. Su pareja Chris Nilton la siguió de cerca con sus dos perros, mientras dejaban atrás la casa de sus sueños en Mosteiro, en el municipio de Pedrógão Grande. Hacía solo dos años que la habían terminado de construir.

"Tenía unos 19 olivos en el jardín delantero y estaban todos iluminados como bengalas encendidas a 20 pies de altura", recuerda Chris, de 72 años.

"Las brasas nos quemaban a mí y al perro. Sólo llevaba pantalones cortos, el pecho desnudo y chanclas. Podía sentir todos estos trozos de madera ardiente golpeándome".

Desorientado por el espeso humo y el rugido del viento, Chris perdió la trayectoria de Julie y terminó en un río, mientras intentaba apagar a manotazos las brasas en su cabeza y en la de su perro a medida que avanzaba.

"Salté al río, me sumergí porque mi cabeza estaba en llamas", dijo Chris "Estuve allí probablemente cinco minutos y pensé que tenía que volver a la colina, a la casa y ver dónde demonios estaba".

Chris y Julie sobrevivieron a los incendios en Pedrógão Grande el 17 de junio de 2017. Traumatizados por la experiencia, han decidido migrar a la costa de Portugal en busca de un clima más fresco, menos propenso al fuego.

Las llamas de ese día mataron a 66 personas, 30 de ellas en sus coches mientras huían por la carretera nacional 236-1. Otras 17, a pocos metros, tratando de escapar de los coches a pie.

"Tenemos amigos en Nodeirinho, sabemos que mucha gente falleció allí", dice Julie y cita un ejemplo de lo cerca que vivieron la desgracia: "nuestra vecina, la esposa de Carlos, perdió a su hermana, su sobrina y su sobrino y sobrina nieta que trataron de escapar del fuego en un coche y todos perecieron."

Un nuevo tipo de "mega incendio"

Portugal es un país acostumbrado a los incendios forestales, pero el de Pedrógão Grande hace tres años fue el primero de este tipo en Europa, según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

"En junio de 2017, por primera vez en nuestras latitudes, Portugal sufrió un nuevo tipo de incendio, desconocido hasta la fecha por la comunidad científica: un mega incendio de sexta generación claramente vinculado al cambio global", escribió el WWF España en un informe.

"Extremo, incontrolable y letal. Un tipo de incendio que se repitió ese mismo año en Portugal y España, y un año después en Grecia".

"El cambio climático está acelerando e intensificando la existencia de grandes incendios a un paso más rápido de lo que se esperaba originalmente: hemos pasado de no tener este tipo de incendios a tener los tres más grandes de Europa en sólo dos años, y en la misma región".

La temporada de incendios forestales de Portugal tradicionalmente va de junio a septiembre.

Pero en 2017, las altas temperaturas a lo largo del año y las escasas precipitaciones en la primavera y el invierno anteriores significaron que se registraron alrededor de 2.500 incendios en abril y 3.000 en octubre, un indicador de cómo el cambio climático está extendiendo el período de incendios.

En junio, una ola de calor y un bosque seco ayudaron al fuego a crear su propio microclima. Fuertes e impredecibles vientos avivaron las llamas.

Julie dijo que se les había aconsejado rociar con agua el techo y la vegetación alrededor del perímetro de su propiedad, normalmente una estrategia efectiva para detener la propagación de las llamas.

Pero este fuego era diferente.

"Nada podría haber detenido eso", dijo a Euronews. "Estaba en el pueblo y de aquí a Nodeirinho (5km al oeste) llegó en probablemente siete u ocho minutos".

"Fue aterrador y nunca olvidaré el ruido. Para mí, el ruido era lo peor, seguido de cerca por el calor".

A las 9 p.m., un par de horas después de que Chris y Julie huyeran de su casa, el fuego alcanzó su punto máximo, avanzando a 5,3 km/h.

"Eso hizo que fuera un incendio completamente impredecible, casi imposible de controlar a veces, convirtiéndose en una catástrofe y no sólo en un gran incendio forestal como estábamos acostumbrados", dice Rui Barreira, técnico de la Asociación de la Naturaleza de Portugal (ANP).

"Estos incendios se caracterizaron por la alta velocidad de propagación. Esto sólo puede estar relacionado con el cambio climático".

Llevó una semana apagar los incendios. Para entonces ya habían quemado casi 500 kilómetros cuadrados de tierra, un área aproximadamente del tamaño de Andorra.

Cuatro meses más tarde, en octubre, la tragedia golpeó de nuevo la región.

Una ola de calor tardía y fuera de temporada intensificó la sequía y se combinó con los vientos del huracán Ofelia. Así otro "mega-incendio" azotó el centro de Portugal, esta vez a unos 50 kilómetros al norte de Pedrógão Grande. Un total de 51 personas perecieron.

Aunque el año 2017 fue excepcional, Portugal ha sido el país mediterráneo más impactado por los incendios forestales en las últimas tres décadas, según el WWF.

"Portugal es uno de los países más afectados por el cambio climático", dijo la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen en diciembre. "La pérdida de costas, huracanes, inundaciones y horribles incendios forestales ya se han cobrado un precio muy alto".

"Nos mudamos por el cambio climático"

A pesar de que el fuego arruinó la casa de sus sueños, Chris y Julie habían decidido inicialmente quedarse en la región.

Pero la constante ansiedad y el miedo a otro incendio les hizo cambiar de opinión.

"Cuando enciendo un cigarrillo huelo el humo y me vuelve todo a la cabeza", dice Chris.

"Es algo que nunca se olvida, el olor del humo nos aterroriza", añade Julie. "Decidimos mudarnos del centro de Portugal a cerca de la costa, donde la temperatura será más baja y consistente. Nos estamos mudando por el cambio climático".

Chris y Julie no son los únicos. Barreira dijo que después de los incendios, los antiguos residentes de la zona -muchos de ellos más jóvenes y que vivían en las ciudades- volvieron a Pedrógão Grande para llevarse a sus padres, alegando que la región ya no era segura.

Pero es difícil tener una idea concreta de cuánto descendió el censo como resultado de los incendios de hace tres años.

Dina Duarte, presidenta de la Asociación de Víctimas del Pedrógão Grande (AVIPG), estima que no son más que unas pocas docenas los que se quedaron de forma permanente, principalmente extranjeros.

Un ejemplo son Peter y Marion de Ruite. Esta pareja holandesa, que vive en Salaborda Velha a dos kilómetros de Mosteiro, vio cómo su casa de tres habitaciones sucumbía a las llamas. Pasaron un año viviendo en una caravana junto a las ruinas de lo que fue su hogar.

"La tragedia se trata más de la gente que murió que de una casa destruida", asevera Peter, que llegó a Portugal hace 15 años.

El calor y la sequía de los últimos años habían alentado a la pareja a considerar mudarse, pero decidieron quedarse.

"Si me voy, dejo atrás esta región que podría ser muy hermosa si trabajamos juntos en ella", dice Peter a Euronews. "No debería abandonarla. Creo que deberíamos tratar de hacer de este un lugar mejor".

No obstante, la gente está abandonando la región, un éxodo que comenzó mucho antes de 2017. Especialmente los jóvenes que se van en busca de trabajo a las ciudades de Portugal. En Pedrógão Grande, la población se redujo en un 20% entre 2001 y 2016 y por cada 100 jóvenes hay 284 ancianos.

"La fuerte despoblación y el envejecimiento de la población, especialmente de las zonas rurales del interior y de las montañas, han obligado a abandonar todas las actividades agrícolas tradicionales", dijo el WWF.

"Así pues, la vegetación natural, los arbustos, los bosques jóvenes, y también las plantaciones de monocultivos (especies de eucaliptos y pinos) colonizaron el paisaje. Están aumentando la combustibilidad e inflamabilidad del paisaje".

¿Qué más causó los mortales incendios de Portugal?

Uno de los principales problemas para muchos en Portugal es la falta de una regulación forestal, que ha permitido la propagación de especies inflamables como el pino y el eucalipto.

En 2009, dos investigadores, Mark Beighley y Albert C. Hyde, plantearon la cuestión en un informe sobre la estrategia de defensa contra los incendios forestales de Portugal.

Predijeron que en la próxima década los incendios quemarían un área de 500.000 hectáreas. Así ocurrió en 2017.

En un nuevo estudio en 2018, Beighley y Hyde dijeron que las cuestiones que habían identificado 10 años antes seguían siendo un problema: el alto porcentaje de tierras forestales no administradas; el aumento de material inflamable; el alto número de incendios no deseados; y el cambio climático.

"Lo que queda por ver después del catastrófico año de incendios de Portugal en 2017 es si existe ahora un consenso para considerar el problema de los incendios como una verdadera prioridad nacional", dice su informe.

Julie, por ejemplo, tiene sus dudas y piensa que el Gobierno no ha hecho lo suficiente para abordar algunos de los problemas.

"Sé que desde los incendios la gente ha vendido terrenos que ahora se han vuelto a plantar con eucaliptos y aunque me doy cuenta de que este es un cultivo comercial para la gente y que necesitan ganarse la vida, debe ser gestionado adecuadamente".

"Si no lo es, esto seguirá sucediendo", añade "¿Para reforestar aquí con más eucaliptos? No lo entiendo".

Mientras empaquetan sus pertenencias en Mosteiro, Chris y Julie reflexionan sobre el hecho de que son víctimas del calentamiento global: se han convertido en migrantes climáticos.

"Elegimos este lugar porque nos recordaba al Distrito de los Lagos: era verde y había árboles y sombra. Fue simplemente hermoso. Pero míralo ahora... está desolado y nos estamos mundado por el cambio climático. Porque eso es lo que está causando que los incendios sean como son".

"En Portugal, el eucalipto puede extenderse tan hacia abajo que por eso los acuíferos se están reduciendo. Y el verano pasado, con temperaturas récord, nuestro pequeño río se secó. Eso te dice mucho de lo que pienso sobre el cambio climático. Y es triste. Me entristece mucho".



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