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La reserva natural peruana de Paracas se salva del tráfico pesado de mineral contaminante



La Reserva Nacional de Paracas, una de las áreas naturales más visitadas de Perú por su prolífica vida salvaje de aves y especies marinas, se salvó de ser atravesada a diario por decenas de camiones de carga pesada con minerales contaminantes para ser embarcados en un puerto aledaño.
Las autoridades peruanas ratificaron su negativa a la petición de la empresa que desde 2016 opera el terminal portuario General San Martín de ampliar su actividad con embarques de concentrado de cobre y zinc en lugar de ceñirse a movilizar harina de pescado, nitrato, sal y productos agroalimentarios como hasta ahora.

Para ello, el consorcio Terminal Portuario Paracas (TPP), formado por la española Servinoga y las brasileñas Pattac y Tucumann, solicitó modificar el estudio de impacto ambiental (EIA), lo que fue desestimado hasta en dos ocasiones por el Servicio Nacional de Certificación Ambiental para las Inversiones Sostenibles (Senace).

La última de las negativas se dio este lunes después de que el consorcio no lograra subsanar varias de las observaciones al proyecto presentadas tanto por el Senace como por la Autoridad Nacional del Agua (ANA) y el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp), que administra la reserva.

Polémico almacén de minerales

Perú Paracas bahía

La empresa pretendía que los camiones transitarán por una carretera que atraviesa la reserva nacional. EFE/ Paolo Aguilar
Estas instituciones consideraron que la empresa no daba plenas garantías para que el embarque de los minerales se hiciera sin ningún impacto en el ecosistema.

En los planes de la empresa estaba construir un almacén para el concentrado de cobre y zinc, material directamente extraído de la mina que en menor medida también puede contener plomo, mercurio y arsénico, componentes altamente contaminantes con riesgo de que sus particulares llegaran a la reserva, según las instituciones estatales.

Tampoco dieron opinión favorable para la construcción de una planta depuradora de aguas residuales que vertería el agua tratada de nuevo al mar, al no haber especificado la empresa los efectos que tendría esto en la zona protegida.

Asimismo, advirtieron que no se había determinado el impacto que las obras y el mayor tráfico de camiones tendría en el geco de Paracas (Phyllodactylus angustidigitus), un pequeño reptil endémico de la zona que habita en ese enclave particularmente y que está considerado en peligro de extinción.

Antiguo puerto artesanal 

El puerto se encuentra en la península de Paracas, dentro de la zona de amortiguamiento de la reserva, un espacio de transición entre el área protegida y su entorno donde se permiten algunas actividades controladas, entre ellas el embarque y desembarque de mercancía en el muelle que existe antes de que se creara la reserva.

Sin embargo, para llegar al puerto, los camiones que trasladan la mercancía deben transitar una carretera que atraviesa la misma reserva nacional, que desde 1975 protege 335.000 hectáreas de desierto costero del Pacífico, en una península que concentra una gran biodiversidad propia de la corriente fría de Humboldt.

La reserva se encuentra unos 250 kilómetros al sur de Lima y es visitada anualmente por casi un millón de personas, con una ruta terrestre para observar los grandes acantilados de esta península y sus playas de distintos colores y otra marina para llegar hasta las Islas Ballestas, un santuario de aves y especies como lobos marinos.

Dentro de la reserva se han contabilizado 216 especies de aves, 36 de mamíferos, 10 de reptiles, 168 de peces y un gran número de invertebrados.

Son famosos los flamencos, los pingüinos de Humboldt y eventualmente el cóndor andino, pues en ocasiones algunos ejemplares descienden desde las alturas montañosas hasta el mar. EFEverde

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