La montaña con sus diversas caras en todas las estaciones del año ha convertido a la ciudad de Bansko, en el suroeste de Bulgaria, en un centro turístico popular. Cuando está cubierta de nieve, en sus pistas compiten esquiadores de élite, y los aficionados al deporte blanco esquían cuesta abajo por las sendas mantenidas en excelente estado. Y tan pronto como la vegetación empieza a florecer y verdear con el despuntar de la primavera, sus colinas se convierten en un excelente lugar para practicar el senderismo.
Bansko, sin embargo, es también una localidad de rica historia, como lo demuestra la arquitectura antigua y las tradiciones preservadas. Sus orígenes se pierden en las brumas del tiempo. En las inmediaciones de esa pequeña ciudad serrana se ubican más de un centenar de sitios del mapa arqueológico de Bulgaria. 
Actualmente, pese al Covid−19, el centro turístico situado en la montaña de Pirin vuelve a estar abierto a los turistas. Su agenda de verano se ha ampliado, incorporando nuevos festivales y eventos culturales. Además, los hoteles y restaurantes ya ostentan un sello de seguridad frente al coronavirus, avalado por la Inspectoría Sanitaria Regional. 
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