19 de agosto: Día Mundial del Orangután
Por Nanqui Soto
Hoy, 19 de agosto, se celebra el Día Mundial del Orangután, un animal que despierta en la mayoría de las personas un sentimiento de afinidad y simpatía. Sus facciones, sus gestos, su mirada… nos recuerdan demasiado a nosotros mismos. Mirarlos es como mirarnos en el espejo de la evolución. Algo nos dice que ese animal y nosotros tuvimos un descendiente común… perdido ahora en lo recóndito del capricho evolutivo. Pueden aprender y transmitir conocimientos y habilidades. Son animales que tienen curiosidad y, en cautividad, nos imitan. Las piruetas y travesuras de las crías de orangután nos recuerdan demasiado a nuestros bebés dando sus primeros pasos e investigando su entorno, invitándonos a la ternura. Es muy difícil sentir indiferencia ante un animal así. Estos sentimientos son naturales ya que son grandes simios como nosotros y tienen un ADN muy similar. Son, podríamos decir, nuestros primos biológicos.
Estos familiares, nuestros primos, viven en libertad en el Sureste Asiático, en las isla de Sumatra y Borneo, pertenecientes a los países de Indonesia y Malasia y no les estamos tratando nada bien.
Una investigación publicada en 2018 en la que colaboraron un equipo de 41 científicos puso de manifiesto que la mitad de todos los orangutanes de la isla de Borneo (Indonesia) se han visto afectados por la extracción de recursos naturales de su hábitat, y que su número ha disminuido en más de 100.000 ejemplares desde 1999. El número de orangutanes de Borneo se había reducido a la mitad en los últimos 16 años. Estudios recientes también muestran que tanto las poblaciones de orangután de Sumatra como las del recién descubierto orangután de Tapanuli han perdido más de la mitad de su hábitat entre 1985 y 2007.
En numerosas ocasiones, el gobierno de Indonesia ha prometido proteger sus bosques y a los orangutanes que dependen de estos bosques. Pero la realidad es que las plantaciones para la producción de aceite de palma y de pasta de papel siguen expandiéndose a costa de la selva, el hábitat del orangután. Según las cifras publicadas por el Ministerio de Medio Ambiente de este país, alrededor de 24 millones de hectáreas del bosque de Indonesia fueron destruidas entre 1990 y 2015, un área casi del tamaño del Reino Unido.
Es la expansión del cultivo de palma lo que está detrás de los problemas de nuestro primo orangután. ¿Y para qué queremos los humanos tanto aceite de palma?
Una tonelada de aceite de oliva cuesta 3.500 euros, una de girasol 900 y una de palma 650. El aceite de palma es el aceite más barato que existe. Por este motivo, y por sus propiedades químicas y organolépticas, está presente en multitud de productos de consumo habitual: desde una enorme multitud de alimentos procesados (chocolates, bollería, galletas, margarinas, cereales, snacks, helados, cremas de untar, sopas, alimentos precocinados, gominolas, etc. ) hasta cosméticos (champús, jabones, dentífricos, etc.). En definitiva, tenemos aceite de palma en nuestra despensa, en nuestra nevera y en nuestro cuarto de baño.
Pero el 50% del consumo de aceite de palma que se consume en la Unión Europea es para el mal llamado biodiésel, ya que las distribuidoras de combustible están obligadas a mezclarlo junto con el diésel procedente del petróleo. En España es aún peor: el 72,5 por ciento del biodiésel y casi el cien por cien del hidrobiodiésel se fabrica con aceite de palma. Supuestamente, la mezcla de aceite de palma con diésel de origen fósil debería reducir las emisiones de gases de efecto invernadero…pero no es así. Las aumenta. Así que cuando llenamos el depósito de nuestro vehículo con biodiésel, también le hacemos un flaco favor a nuestro primo y al clima.
Paradójicamente, la Unión Europea no contempla correctamente las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el cambio de uso de suelo, la conversión de la selva en plantaciones a través de la tala, la quema de los restos y el drenaje de bosques de turbera, un proceso que emite muchos de estos gases. La creciente demanda de aceite de palma para parte del sector del transporte está provocando más deforestación, lo que ha llevado a que las emisiones causadas por el biodiésel resulten hasta tres veces superiores a las del diésel fósil. Como dice el refranero, hemos hecho un pan con unas tortas.
Nuestros primos lo están pasando mal y, cómo es su día (¿uno solo en todo el año?), toca arremangarse y ponerse a trabajar.
Es importante que como ciudadanía asumamos que cada acto cotidiano puede tener un impacto positivo en el planeta, por lo que debemos ir incorporando hábitos de consumo responsables y saludables, algo que no solo mejora nuestro modo de vida, sino la calidad de nuestro entorno. Podemos empezar con reducir al máximo los productos procesados, alimentos precocinados, bollería industrial, etc. El aceite de palma justo y necesario.
También debemos apoyar las iniciativas que presionan al Gobierno de Indonesia para implantar políticas de deforestación cero, suspendiendo la conversión de bosques en plantaciones y obligar al cumplimiento estricto de la ley que prohíbe la utilización del fuego para despejar la selva.
De la misma forma, y como ciudadanos europeos, hay que presionar a nuestros políticos para que se elimine la entrada de materias primas (no solo aceite de palma, también soja, carne, madera o papel) que procedan de la deforestación. También, debemos de presionar para poner fin a los agrocarburantes (mal llamados “bio”) producidos a partir de productos agrícolas como el aceite de palma, la soja o la caña de azúcar.
Por último, no está de más recordar a las empresas que nos ofrecen todos esos productos procesados que es su obligación limpiar su cadena de suministro para evitar que lo que nos ofrecen esté perjudicando a los orangutanes o a su hábitat, o violando los derechos humanos de la gente que vive en esos entornos.
Nanqui Soto
Licenciado en Biología por la Universidad Complutense de Madrid, Post-grado en Ordenación del Territorio por la Universidad Politécnica de Valencia y Diplomado en Educación Ambiental por la UNED. Responsable de las campañas de Bosques y Empresas y DDHH en Greenpeace España. Twitter: @NanquiSoto
https://es.greenpeace.org/es/noticias/problemas-orangutan-biodiesel/
Por Nanqui Soto
Hoy, 19 de agosto, se celebra el Día Mundial del Orangután, un animal que despierta en la mayoría de las personas un sentimiento de afinidad y simpatía. Sus facciones, sus gestos, su mirada… nos recuerdan demasiado a nosotros mismos. Mirarlos es como mirarnos en el espejo de la evolución. Algo nos dice que ese animal y nosotros tuvimos un descendiente común… perdido ahora en lo recóndito del capricho evolutivo. Pueden aprender y transmitir conocimientos y habilidades. Son animales que tienen curiosidad y, en cautividad, nos imitan. Las piruetas y travesuras de las crías de orangután nos recuerdan demasiado a nuestros bebés dando sus primeros pasos e investigando su entorno, invitándonos a la ternura. Es muy difícil sentir indiferencia ante un animal así. Estos sentimientos son naturales ya que son grandes simios como nosotros y tienen un ADN muy similar. Son, podríamos decir, nuestros primos biológicos.
Estos familiares, nuestros primos, viven en libertad en el Sureste Asiático, en las isla de Sumatra y Borneo, pertenecientes a los países de Indonesia y Malasia y no les estamos tratando nada bien.
Una investigación publicada en 2018 en la que colaboraron un equipo de 41 científicos puso de manifiesto que la mitad de todos los orangutanes de la isla de Borneo (Indonesia) se han visto afectados por la extracción de recursos naturales de su hábitat, y que su número ha disminuido en más de 100.000 ejemplares desde 1999. El número de orangutanes de Borneo se había reducido a la mitad en los últimos 16 años. Estudios recientes también muestran que tanto las poblaciones de orangután de Sumatra como las del recién descubierto orangután de Tapanuli han perdido más de la mitad de su hábitat entre 1985 y 2007.
En numerosas ocasiones, el gobierno de Indonesia ha prometido proteger sus bosques y a los orangutanes que dependen de estos bosques. Pero la realidad es que las plantaciones para la producción de aceite de palma y de pasta de papel siguen expandiéndose a costa de la selva, el hábitat del orangután. Según las cifras publicadas por el Ministerio de Medio Ambiente de este país, alrededor de 24 millones de hectáreas del bosque de Indonesia fueron destruidas entre 1990 y 2015, un área casi del tamaño del Reino Unido.
Es la expansión del cultivo de palma lo que está detrás de los problemas de nuestro primo orangután. ¿Y para qué queremos los humanos tanto aceite de palma?
Una tonelada de aceite de oliva cuesta 3.500 euros, una de girasol 900 y una de palma 650. El aceite de palma es el aceite más barato que existe. Por este motivo, y por sus propiedades químicas y organolépticas, está presente en multitud de productos de consumo habitual: desde una enorme multitud de alimentos procesados (chocolates, bollería, galletas, margarinas, cereales, snacks, helados, cremas de untar, sopas, alimentos precocinados, gominolas, etc. ) hasta cosméticos (champús, jabones, dentífricos, etc.). En definitiva, tenemos aceite de palma en nuestra despensa, en nuestra nevera y en nuestro cuarto de baño.
Pero el 50% del consumo de aceite de palma que se consume en la Unión Europea es para el mal llamado biodiésel, ya que las distribuidoras de combustible están obligadas a mezclarlo junto con el diésel procedente del petróleo. En España es aún peor: el 72,5 por ciento del biodiésel y casi el cien por cien del hidrobiodiésel se fabrica con aceite de palma. Supuestamente, la mezcla de aceite de palma con diésel de origen fósil debería reducir las emisiones de gases de efecto invernadero…pero no es así. Las aumenta. Así que cuando llenamos el depósito de nuestro vehículo con biodiésel, también le hacemos un flaco favor a nuestro primo y al clima.
Paradójicamente, la Unión Europea no contempla correctamente las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el cambio de uso de suelo, la conversión de la selva en plantaciones a través de la tala, la quema de los restos y el drenaje de bosques de turbera, un proceso que emite muchos de estos gases. La creciente demanda de aceite de palma para parte del sector del transporte está provocando más deforestación, lo que ha llevado a que las emisiones causadas por el biodiésel resulten hasta tres veces superiores a las del diésel fósil. Como dice el refranero, hemos hecho un pan con unas tortas.
Nuestros primos lo están pasando mal y, cómo es su día (¿uno solo en todo el año?), toca arremangarse y ponerse a trabajar.
Es importante que como ciudadanía asumamos que cada acto cotidiano puede tener un impacto positivo en el planeta, por lo que debemos ir incorporando hábitos de consumo responsables y saludables, algo que no solo mejora nuestro modo de vida, sino la calidad de nuestro entorno. Podemos empezar con reducir al máximo los productos procesados, alimentos precocinados, bollería industrial, etc. El aceite de palma justo y necesario.
También debemos apoyar las iniciativas que presionan al Gobierno de Indonesia para implantar políticas de deforestación cero, suspendiendo la conversión de bosques en plantaciones y obligar al cumplimiento estricto de la ley que prohíbe la utilización del fuego para despejar la selva.
De la misma forma, y como ciudadanos europeos, hay que presionar a nuestros políticos para que se elimine la entrada de materias primas (no solo aceite de palma, también soja, carne, madera o papel) que procedan de la deforestación. También, debemos de presionar para poner fin a los agrocarburantes (mal llamados “bio”) producidos a partir de productos agrícolas como el aceite de palma, la soja o la caña de azúcar.
Por último, no está de más recordar a las empresas que nos ofrecen todos esos productos procesados que es su obligación limpiar su cadena de suministro para evitar que lo que nos ofrecen esté perjudicando a los orangutanes o a su hábitat, o violando los derechos humanos de la gente que vive en esos entornos.
Nanqui Soto
Licenciado en Biología por la Universidad Complutense de Madrid, Post-grado en Ordenación del Territorio por la Universidad Politécnica de Valencia y Diplomado en Educación Ambiental por la UNED. Responsable de las campañas de Bosques y Empresas y DDHH en Greenpeace España. Twitter: @NanquiSoto
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