Sara Elisa Fernández.- La presencia de tortugas invasoras como la de Florida (Tracheymys scripta) empieza a reducirse desde su inclusión en el Catálogo español de especies exóticas invasoras pero aumentan otras, tras haberse detectado al menos 163 ejemplares de hasta 17 especies distintas de quelonios invasores.
Se ha identificado un crecimiento de otras variedades de quelonios foráneos en espacios naturales y urbanos de las provincias catalanas de Girona y Barcelona, lo que supone una amenaza para la conservación de las tortugas autóctonas de agua dulce, según los expertos.“La tortuga de Florida (Tracheymys scripta) es una especie invasora más grande y voraz que las originarias de la Península, como el galápago europeo (Emys orbicularis) y el leproso (Mauremys leprosa)”, pero no la única, explica a EFEverde el responsable del área de biodiversidad urbana del estudio de divulgación ambiental Galanthus, Sergi García.
Coautor de un artículo sobre la materia en el último número de Quercus, García recuerda que las tortugas autóctonas se ven perjudicadas por la degradación de su hábitat pero también por la presencia de especies exóticas invasoras que han sido abandonadas en entornos naturales y urbanos.
En el caso de las tortugas de agua, la más “popular” durante muchos años fue la de Florida, aunque la presencia de esta especie ha disminuido desde que la Unión Europea prohibió su venta en 1997, una variedad que se había convertido en el “regalo de moda” entre los niños españoles y que acabó siendo víctima de la desidia y el abandono.
Sin embargo, pese a que esta especie se incluyó en el “Catálogo español de especies exóticas invasoras” y, por tanto, ya no es legal comercializarla, se sigue abandonando ” debido a que hay todavía un stock muy elevado en manos privadas , ya que son animales muy longevos”, explica un artículo del último número de la revista Quercus.
Por ello, Sergi García recuerda que se debe actuar con responsabilidad ya que cualquier animal exótico “supone una perturbación en el sistema que invade”, y que una tortuga exótica puede hacerse la “ama” del lugar desplazando a las autóctonas.Además, explica que, tras su prohibición, los importadores pusieron a la venta “otras especies similares”, y que esa es la razón por la que aparecen continuamente distintas tortugas invasoras que también perjudican a los galápagos autóctonos.
Solo en Cataluña, en las provincias de Girona y Barcelona, se han encontrado numerosos ejemplares de especies exóticas como, por ejemplo, la Tortuga de Vientre Rojo, la Tortuga Verde Concinna y la Falsa Tortuga Mapa.
Competencia por el territorio
Este tipo de animales “compiten y causan deterioro ambiental, transforman el medio, se reproducen con mucha facilidad y esta presencia masiva hace que al agua se deteriore, se ensucie, provocando una serie de impactos directos e indirectos muy notables”, y aclara que por eso se catalogaron como especies “exótico invasoras”.Se adaptan bien y, “cuando la liberan en entornos naturales, especies como la tortuga de Florida crían e incluso pueden llegar a reproducirse en entornos urbanos si encuentran lugares donde desovar”, explica García.
Para atajar el problema este ambientólogo, apunta como una posible solución que “la tenencia de estos animales estuviese más controlada y que el dueño tuviese que pasar alguna especie de prueba o examen antes de comprarla” e intensificar la educación ambiental.
El abandono de especies, además de desequilibrar el ecosistema, aumenta el riesgo de contagio de enfermedades zoonóticas, aquellas transmitidas de animales a humanos, sentencia García. EFEVerde