En Colombia, en la región de la Guajira, junto a la frontera con Venezuela, la Fundación Renacer, ayuda desde hace tres décadas a niños y adolescentes víctimas de explotación sexual.
Las cifras apuntan a más de 20.000 migrantes y refugiados menores que han logrado sobrevivir a la explotación y la trata de personas.
Mayerlín Vergara Pérez, educadora y activista colombiana, ha recibido el Premio Nansen para Refugiados 2020 que otorga anualmente la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), por su defensa de la infancia explotada.
"Es un premio y una oportunidad de reconocer la resistencia y la fuerza de los niños, niñas y adolescentes que han sido víctimas de este delito y, por sobre todas las cosas, creo que ellos y ellas son los grandes héroes y heroínas de esta historia. Los niños, niñas y adolescentes que han vivido la situación de explotación sexual, que han sido víctimas de este delito y de este crimen tan atroz, tienen un dolor profundo en su corazón. Muchas veces no tienen ganas de vivir. Necesitan personas como nosotros que los escuchemos, que los comprendamos y que los acompañemos y caminemos junto a ellos en ese proceso de salir y de superar el impacto de la explotación sexual en sus vidas."
Después de trabajar durante años en Barranquilla y Cartagena, Maye Vergara llegó en 2018 a esta zona fronteriza y desértica del Caribe a donde llegan muchos menores que huyen de una Venezuela golpeada por la crisis económica.
Las cifras apuntan a más de 20.000 migrantes y refugiados menores que han logrado sobrevivir a la explotación y la trata de personas.
Mayerlín Vergara Pérez, educadora y activista colombiana, ha recibido el Premio Nansen para Refugiados 2020 que otorga anualmente la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), por su defensa de la infancia explotada.
"Es un premio y una oportunidad de reconocer la resistencia y la fuerza de los niños, niñas y adolescentes que han sido víctimas de este delito y, por sobre todas las cosas, creo que ellos y ellas son los grandes héroes y heroínas de esta historia. Los niños, niñas y adolescentes que han vivido la situación de explotación sexual, que han sido víctimas de este delito y de este crimen tan atroz, tienen un dolor profundo en su corazón. Muchas veces no tienen ganas de vivir. Necesitan personas como nosotros que los escuchemos, que los comprendamos y que los acompañemos y caminemos junto a ellos en ese proceso de salir y de superar el impacto de la explotación sexual en sus vidas."
Después de trabajar durante años en Barranquilla y Cartagena, Maye Vergara llegó en 2018 a esta zona fronteriza y desértica del Caribe a donde llegan muchos menores que huyen de una Venezuela golpeada por la crisis económica.