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‘Mariposas de invierno’, insectos que encarnan las cualidades humanas



Manuel Moncada/EFEverde, oct.- Como las personas, algunos insectos son siniestros, otros luminosos, los hay gregarios y también individualistas, pero “todos son capaces de encarnar las cualidades humanas”, ha asegurado a Efeverde Julià Guillamón, autor de ‘Mariposas de invierno’ (Ed. Círculo de Tiza).
Con el mismo espíritu con el que los bestiarios medievales de animales fabulosos “fueron utilizados como vehículo de alegoría moral”, las diferentes especies de insectos que aparecen en ‘Mariposas de invierno’ ayudan a confeccionar el universo de los personajes del libro, “observados con una mirada casi entomológica”.

Insectos y personas

Este paralelismo entre insectos y personas “empezó a surgir de forma psicoanalítica” a partir de un derrame cerebral de la esposa de Guillamón que obligó a la familia a pasar todo un mes de agosto en la ciudad de Barcelona “por primera vez en su vida”, lejos del bosque mediterráneo de la costa catalana.

La obra está cargada de pasajes “oníricos” porque “están filtrados por la luz del recuerdo”, señala el autor, que describe su obra como “la Naturaleza explicada a partir de la imposibilidad de poder estar ahí”.
Uno de los “momentos luminosos” de la obra describe un campo de ciruelos en plena madurez abarrotado de magníficas mariposas que liban el zumo que mana de las ciruelas picoteadas por los pájaros.

En contraste, uno de los pasajes más oscuros, “el momento en el que peor me sentía” según confiesa el autor, coincide con la época del año en la que el escarabajo rinoceronte vuela por las calles del pueblo de su niñez, muchas veces arriesgando su vida, ya que “siempre encontrábamos alguno por ahí tirado, moribundo, y sin extremidades”.

Me di cuenta de que al que le faltaba una pata era a mí”, por el trance familiar y porque, por primera vez en su vida, “no íbamos a poder estar ahí para verlos”.

Esa analogía fue el desencadenante de ‘Mariposas de invierno‘, un juego narrativo que describe una situación que se prolonga durante tres años, “tres veranos que estructuran las tres partes del libro”.

En la primera parte, los insectos tienen más protagonismo porque los humanos están literalmente “aplastados por la situación”; en la segunda “hay un cierto retorno a la alegría de la vida” en la que los insectos representan “la diversidad de emociones y de situaciones vitales”; y en la tercera se desarrolla una “preparación para el retorno al bosque”.

El ritmo circular de la Naturaleza

A pesar de que sí hay “cierta línea argumental”, el autor ha recurrido de forma deliberada al ritmo circular de la Naturaleza, porque cada planta, flor e insecto “siempre aparece en un momento y lugar determinados cada año”, una referencia que, junto con los recuerdos del autor, ayudan a hilvanar los capítulos.

En el libro “hay muchos más paralelismos que el puramente kafkiano”, en el que por un problema de salud “no puedes hacer tu vida normal y gozar de la libertad de la vida” porque “las cosas que amábamos se han convertido en nuestra prisión”.

Así, en ‘Mariposas de invierno‘ se mezclan “narrativa, ficción y memoria” con un enfoque entomológico sobre los personajes, ya que ellos también “evolucionan y se adaptan a las cambiantes condiciones ambientales”. EFE


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